domingo, 23 de octubre de 2011

la hora nona

. . el brazo musculoso del timonel y empezamos hablar . .[ensoñé]

Ulises y las sirenas pájaros
Nuestros pasos, al menos los míos, eran cansinos, me pesaba la ropa que llevaba, la mire y no creía lo que estaba viendo, era un pantalón y una camisa que tenia por si en algún puerto podía bajar y pasear por las calles de la ciudad, no como marinero, sino como turista. Mí reacción de asombro no pasó desapercibida por el timonel, y me dijo
--Sí, te habías preparado para ir tras tus sirenas- quedé perplejo con sus palabras, pues ciertamente había alguna realidad, en mis pupilas quedaron grabadas las atractivas imágenes de las mises, y ensoñaba con todas ellas, y recordé que oí una voz suave que me dijo anda vamos  a tu camarote.
 --Pero a diferencia de Ulises no te ataste al mástil-- continuó diciéndome el timonel -y saltaste al agua con un salvavidas en la mano- 
Puse un dedo ante mis labios, le pedía silencio para poder ordenar mis recuerdos, y diferenciar los que eran realidad o sencillamente ensueños. Él continuaba parloteando, le interrumpí.
-Timonel estoy muy cansado quiero quitarme la ropa, secarme e irme a la cama-  
-Muy bien rapaz- me contesto - pero no te olvides lo que te he dicho, tienes que presentarte ante el capitán a la  hora, nona- con una sonora carcajada terminó su aviso. Carcajada que no sabia cual era el motivo que se lo había causado. Llegue al camarote y me  mire en un pequeño espejo mientras me quitaba la ropa, por si había algo más que acrecentara mi lastimosa imagen. 
A duras penas logre quitarme la ropa, ponerme una toalla mas para taparme que para secarme y caí en la cama como un fardo de plomo, al igual que mis parpados me pesaban, yo los quería mantener bien abiertos para recordar que había pasado, pero el sueño superó mi deseo de mantenerme despierto.
Algo me despertó, y comprendí la carcajada del timonel al decirme; "recuerda a la hora nona tienes que presentarte al capitán", las 15 horas pero estábamos a menos seis horas GMT, y eran las 8,45 total que apenas había descansado un par de horas y de ahí su carcajada. 
Puse la cabeza bajo la ducha, no tenía tiempo para más, me puse la ropa de faena, y salí corriendo hasta el despacho de la capitana, me cruce con el cocinero, un hombre grueso que nunca supe como podía subir y bajar aquellas estrechas escaleras que le llevaba a la cocina. 
-Buenos días rapaz, ¡Qué!, ¿te bebiste la mita de la botella de ron?. ¿Y los zapatos, se los dejaste a tus sirenas de recuerdo?.-
No le conteste, me paré en seco me mire los pies y estaban desnudos, pero no podía volver al camarote, y seguí corriendo, además, unas borrosas imágenes de una botella de ron y tres vasos me vinieron al recuerdo. En mi loca carrera casi me doy de bruces con la puerta que estaba entre abierta. 
Mis piernas me empezaron a temblar, allí estaba la plana mayor del barco acompañando a la capitana.
-Mi capita__, ¿puedo pasar,?

Mas eso será otro relato.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario