Mí querido hermano:
Anoche leí un bello escrito, su autora lo ha titulado "el sabor agridulce de la vida", y al leerlo sentí que emociones que pretendía tener escondidas se mostraban, y tristes, pero bellas sensaciones sentí al recordar aquella tu ultima visita a Galicia.
Aún no se ha cumplido un año, viniste hermano para el bautizo de mi nieto. Cuando llegaste me pediste que quisieras ir a dos lugares, uno las Islas Cíes, y el otro a Cabo de Home, y ambas visitas las realizamos.
Fuimos a las Islas, donde solo pudiste dar un corto paseo, dos o tres días después de haber ido a Cabo de Home, querías llegar a la punta, pero sin yo pretenderlo, nos quedamos, creo que se llama Punta Corucho, desde allí vistes las Cíes y me volviste a repetir que querías visitarlas.
Tú querías demostrarme que no estabas enfermo, y yo pretendía que tú así lo creyeras, piadosas mentiras que nos hicieron vivir felizmente tú último viaje a Vigo.
Bajamos hasta la famosa playa de Barra, no había mas de diez personas, era el nueve de septiembre, allí nuestras mujeres pasearon por la fina arena, tú y yo nos dedicamos hacer fotografías de las huellas que en la arena ellas dejaban, y del bello paisaje.
Quizás fue este él último momento que los dos estuvimos solos hablando, hablando de todo y de cualquier cosa, menos de tu enfermedad.
Después de aquella tú visita a Vigo, he ido a verte a Madrid en dos ocasiones, en una de ellas con tu cuñada, y siempre hemos ignorado en cualquier conversación hablar de tu enfermedad. Hoy me pregunto ¿hemos hecho bien?, considero que si, pues al menos hemos respetado tu deseo de que todos nosotros, tu mujer tus hijos tus nietos, padeciéramos lo menos posible, aunque seguro que tú siempre algo notaste en nuestros ojos que disimuladamente evitaban los tuyos.
Anoche, yo también sentí el sabor agridulce de la vida, al recordar que casi a los diez meses de haber estado juntos los cuatro disfrutando de los bellos paisajes de esta Galicia, esa enfermedad llamada cáncer te ha llevado junto a nuestros padres, y nuestra hermana.
Han sido sesenta y cinco años, de ver en mi hermano mayor un ejemplo a seguir, aunque pocas veces lo he conseguido, tu listón lo tenias muy alto, y ahora que te has marchado aún lo has puesto más alto.
Hermano, deseo aún poder compartir mi vida en esta tierra durante mucho tiempo con tu cuñada, con tus sobrinos, con mis nietos y con los tuyos, con tus hijos y con mi cuñada, pero cuando llegue el momento de separarme de ellos, te pido me des la misma entereza que tu has tenido.
Y es que anoche:
-soñé, ¡bendita ilusión!, -que era Dios lo que tenía -dentro de mi corazón. (fragmento del poema: Anoche cuando dormía, de Antonio Machado)
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