No sé si es a mi editor o a mí, o a los dos, pero nos ha dado por la nostalgia, aunque ciertamente con motivo, hoy es Domingo de Ramos, y son tantos los recuerdos de aquellos tiempos, ¿de hace medio siglo?, cuando aún mi editor era un rapaz, que es inevitable la añoranza. Y no es que aquellos, o estos, fueron o son mejores tiempos, son y fueron distintos, porque la vida, ese paréntesis de la eternidad, es un compendio de múltiples diferentes y distintos momentos, que casi siempre queremos conservarlos, pero que se nos escapan y desaparecen como pompas de jabón, pero nos quedan en el recuerdo.
Hay quien dice que no debemos vivir de los recuerdos, y mi editor dice que vivimos para poder tener recuerdos, pues sin recuerdos, es imposible que hayamos vivido.
Remembranza que nos lleva a entonar un poema de “Los Costaleros de El Padre Cuè”, que nos hace sentir estar más cerca de Andalucía y menos lejos de cuando mi editor era un rapaz.
-¿No me conoces Señora?
que yo fui tu costalero.
!Que me miren, Madre, ahora
esos ojos que yo quiero!
Fui tu tiesto y tu florero...
Tú arriba fuisteis la flor;
sobre mis hombros de acero
Tú llevabas el salero
de tu manto triunfador.
Y la gente te aplaudía,
la saeta te clavaba,
el piropo te encendía
y la noche te besaba...
Y yo abajo decía
-tinieblas, polvo y sudor-:
"Por Ella, soy costalero,
por amor..."
Y todo el palio temblaba
del goce que yo sentía,
y tu amor me bendecía
y tu pie me acariciaba...
Yo la tierra, Tú la flor,
por ella fui costalero,
por amor.
conexos:[^ramón cué s.j.^].